Entrevista a Sergio Martínez director de operaciones de Grupo Cemalu

Grupo Cemalu: de una cerrajería familiar a un referente nacional de innovación y servicio.

Más de 30 años después de su nacimiento, Grupo Cemalu sigue siendo un ejemplo vivo de cómo una empresa familiar puede evolucionar, profesionalizarse y crecer sin perder su esencia.
Lo que en 1984 comenzó como un pequeño local de 200 metros cuadrados dedicado a urgencias de cerrajería, hoy es una compañía con 8.000 metros cuadrados de instalaciones, 100 empleados y presencia en toda España.

En el espacio de AJEV en esRadio Valencia y Castellón, su director de operaciones, Sergio Martínez, repasó la historia del grupo, su transformación tecnológica y el fuerte compromiso social que los define.

“Si hace 17 años me hubieran dicho dónde estaría Cemalu en 2025, habría pensado que era imposible.”

Un origen humilde con un propósito claro.

Cemalu nació para cubrir una necesidad cotidiana: ayudar a las personas cuando más lo necesitan.
Perder las llaves, sufrir un robo o quedarse atrapado fuera de casa son situaciones urgentes que requieren respuesta inmediata.
Ahí encontraron sus fundadores —los padres de Sergio— un hueco de mercado y, sobre todo, una misión: estar al servicio de las personas.

Esa vocación ha marcado la cultura de la empresa desde entonces.
“Quien crece en una empresa familiar lleva dentro esos valores de esfuerzo, cercanía y responsabilidad”, explica Sergio, que lleva 17 años al frente de la compañía junto a su hermana.

Una historia de crecimiento extraordinario.

La evolución del grupo es un caso de éxito dentro del sector industrial valenciano.
De una cerrajería local han pasado a convertirse en un referente nacional en: cerrajería, metal, mantenimiento y servicios para aseguradoras.

Su crecimiento del “mil por cien”, como describe Sergio, ha sido posible gracias a una mezcla de visión, adaptación, innovación y una cultura interna muy sólida.

Un antes y un después: la DANA de Aldaya.

Uno de los momentos más impactantes de los últimos años fue la DANA que devastó Aldaya.
Mientras gran parte del municipio sufrió daños enormes, Cemalu quedó milagrosamente fuera del alcance del agua.
“Fuimos una isla en mitad del océano”, recuerda Sergio.

Esa fortaleza no la utilizaron para beneficiarse, sino para volcarse al 100% con el pueblo, ofreciendo: maquinaria, logística, equipo humano, empresas colaboradoras… todo de forma completamente desinteresada.

“Solo queríamos ayudar. Era lo que tocaba hacer.”

Un ejemplo de cómo una empresa puede convertirse en parte esencial del tejido social de su entorno.

Innovación para ser más útiles.

El compromiso con la innovación ha llevado a Cemalu a recibir reconocimientos en eficiencia y digitalización.
Han incorporado software de automatización, maquinaria avanzada y, recientemente, un asistente virtual capaz de atender cien llamadas simultáneas sin perder el trato cercano que caracteriza a la empresa.

La tecnología, destacan, no sustituye al equipo humano: lo acompaña y le facilita la vida.
“Instalar un brazo robótico no significa quitar puestos: significa que el trabajador tendrá una vida laboral más cómoda.”

Comunidad, apoyo y aprendizaje: el papel de AJEV.

Sergio es miembro de AJEV desde hace dos años, una decisión que considera clave en su crecimiento profesional.
“Me han dado visibilidad, contactos, formación y amigos. El networking es constante y muy útil.”

Para él, formar parte de AJEV significa conectar con otros jóvenes empresarios, aprender de diferentes sectores y crear oportunidades que beneficien tanto al negocio como a la comunidad.

Un ejemplo de cómo las empresas familiares valencianas pueden crecer, innovar y mantenerse fieles a sus valores de cercanía, servicio y humanidad.

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