LEAL ESTUDIO JURÍDICO, NUEVO DESPACHO REFERENTE EN EL DERECHO DE EMPRESA EN EL CENTRO DE VALENCIA

hoy entrevistamos a tres expertos del sector jurídico. Rubén Ferrer (Gandia, 1992), abogado; sus socios Luis Frejo (Valencia, 1992), abogado también y Celia Navarro (Valencia, 1990), economista. Los tres cuentan con una amplia experiencia y bagaje en el mundo jurídico y en octubre de 2019 decidieron crear su propio despacho profesional en Valencia.

Hoy en día son los socios de Leal Estudio Jurídico, un despacho jurídico en el centro de Valencia que cuenta con un gran conocimiento en este sector y que pretende posicionarse como un referente en el derecho de empresa y patrimonial.

  • ¿Cómo definís a Leal? 

Leal Estudio Jurídico es un grupo humano con un firme y leal compromiso con su profesión.

La lealtad es una de las notas características que deben identificar a todo profesional pero, en especial, a los abogados. Una lealtad al ordenamiento jurídico y, como no, al cliente. Tal es así, que el propio Código Deontológico de la Abogacía Española dice que “La relación con el cliente exige una conducta profesional íntegra, LEAL, veraz y diligente”.

Tan especial e importante debe ser esa lealtad del abogado, que nosotros la hemos decidido elevar hasta el propio nombre del despacho.

  • ¿Cuál es el valor añadido de vuestro despacho Leal?

Nosotros nos centramos en un sector bastante amplio, que es el que afecta a empresa y patrimonio. Al final todo se puede resumir en un patrimonio, porque la empresa no deja de ser un patrimonio de una mercantil o de un autónomo.

El dedicarnos a este sector lleva a que confluyan muchas materias (mercantil, laboral, tributario, concursal, civil patrimonial, etc.). Pues bien, lo que busca Leal es que el cliente encuentre en el despacho una solución completa en todos los aspectos que afectan a su patrimonio.

No sabemos si denominarlo valor añadido, pero eso es lo que nosotros buscamos: ofrecerle al cliente una asistencia integral a través de esa especialización. Esta especialización de la que hablamos son clave en la gestión del patrimonio, y determina el perfil de los socios: el jurídico y el económico.

  • ¿Cómo surgió la idea de crear este despacho y cómo ha sido el crecimiento desde los comienzos hasta ahora?

La idea surge en un momento en el que los socios experimentamos una serie de cambios a nivel personal y profesional, con determinadas inquietudes. En concreto queríamos saber cómo debían realizarse determinadas cosas a la hora de ejercer esta profesión. Es algo que nos obligó a  no ser trabajadores por cuenta ajena, sino a construir un proyecto propio en el que plasmar ese enfoque profesional.

Aunque somos un despacho joven, hemos conseguido afianzarnos y consolidarnos durante este primer año. Y tenemos una perspectiva de crecimiento en el próximo año para poder atender debidamente a la demanda profesional de nuestros clientes.

  • La pandemia del Coronavirus ha traído consigo muchos ERTE, ¿qué impacto ha tenido sobre vosotros y sobre el trabajo que realizáis?

Sin olvidar la pérdida humana que ha generado esta pandemia, el Coronavirus ha producido un gran desgaste económico, siendo la materia laboral la punta del iceberg.

El ERTE es una herramienta ofrecida con carácter temporal por el ordenamiento jurídico. Aunque es menos utilizada que el ERE, no nos resulta algo novedoso a los profesionales del sector.

Pero este nuevo sistema del ERTE por fuerza mayor causado por el Coronavirus ha sido una herramienta que se ha desarrollado muy rápido para paliar la situación. Todos los profesionales que teníamos que tramitarlos, al igual que la Administración, nos hemos visto sobrepasados. Nos hemos encontrado con muchas solicitudes y varias novedades.

Han sido meses de sobrecarga de trabajo, haciendo intensas jornadas de trabajo para poder tramitar todas las solicitudes. El problema ha sido la cantidad de flecos sueltos que a nivel legislativo quedaban y que se iban modificando para solucionarlos o para atajar los nuevos problemas que iba generando la pandemia.

  • Esta pandemia también ha afectado a muchas empresas. Sin solvencia, sin poder salir adelante con los pagos… Parece que estemos a las puertas de los concursos de acreedores… ¿Qué habéis notado en ese sentido? ¿Cómo afrontais estos casos?

A nuestro juicio, el Coronavirus ha acelerado una crisis económica que todavía no se ha materializado del todo, sino que se ha dejado ver en el ámbito laboral. Pero es una situación que conduce hacía los concursos de acreedores.

Es cierto que a raíz de la pandemia se han adoptado distintas medidas que tratan de frenar los concursos hasta final de año. También es cierto que el número de solicitudes durante este año 2020 ha ido en escalada. Pero hemos contemplado un freno en el segundo trimestre, aunque por razones del parón que nos ha tocado vivir.

En este tema, hay que huir del pensamiento de que el concurso de acreedores es el final. El concurso es una herramienta que, en primer lugar, trata de salvar la continuidad de la empresa y, si llegado el momento no se puede, es entonces cuando se pasa a la liquidación.

Habitualmente nos encontramos con que muchas empresas acuden al concurso cuando ya no hay más solución que la de pasar a la fase de liquidación. En esa situación, al profesional que hay detrás asesorando a la empresa se le deja muy poco margen de maniobra, descartando mecanismos beneficiosos como el preconcurso.

Por ello, se necesita un cambio radical en la percepción del concurso. Cuando las cuentas de la empresa empiecen a mostrar un síntoma de enfermedad, no hay que esperar al último momento para acudir a un profesional.

  • ¿Recomendáis a los emprendedores llevar a cabo los registros de sus creatividades en la Oficina Española de Patentes y Marcas (OEPM)?

Por supuesto. En el caso de las patentes se hace prácticamente imprescindible acudir a la OEPM. Estamos hablando de una invención que puede ser el mayor activo de la empresa, con gran importancia en sectores como el biológico o el industrial. Es registro le ofrece al titular la exclusiva explotación de la patente y la posibilidad de ejercer una amplia batería de acciones para defender los ataques a su derecho. Ahora bien, el registro puede dilatarse bastante en el tiempo, ya que se lleva a cabo un intenso examen sobre el nivel de la inventiva.

En cuanto a las marcas y signos distintivos, en muchas ocasiones no se le da la importancia que realmente tiene a la hora de ser registrada. Vivimos en un mundo en el que con un click podemos acceder a una cantidad de información enorme. Con esta función cualquiera puede acceder a nuestro signo distintivo y, si no está registrado, utilizarlo y aprovecharse de su prestigio.

Por ello la empresa debe analizar muy bien qué peso descarga sobre la marca, sobre todo teniendo en cuenta que es un proceso bastante rápido y puede resultar importante. Aunque no se debe olvidar que el nivel de protección es territorial. No es lo mismo pretender la protección a nivel nacional, europeo o internacional, dependiendo del ámbito territorial la complicación y los costes empiezan a incrementarse.

*Fuente: Som Safor